jueves, 12 de abril de 2012

El Gran dia de Dodge (part 2)

Coincidentemente el mismo año que Dodge llegó a nuestras vidas, mi madre había dado a luz a la cuarta de sus hijas. Dodge nunca había visto a un bebé.  Le resultaba tan linda aquella pequeña humana  criatura de cabellos negros y ojitos vivarachos. Para la pequeña, el auto era lo máximo. Era un gigante y era suyo. Porque todo lo que es de nuestros padres es también nuestro; lo sentimos como nuestro. Ya pueden imaginarse las clásicas fotografías  de la nena sentada sobre la capota del auto. Contrastaba tan bien su cabello negro y rizado con el color rojo de Dodge.  Y a Dodge le deleitaba tanto verla a ella y  a sus hermanas jugar y posar para papá y mamá. Crecieron juntos. Sumaron años juntos. Ella convertida en maestra  permanecía soltera y la verdad todos veíamos bien verde que algún día se casara. Hasta Dodge las veía green!. Prácticamente mi hermana estaba casada con su trabajo: su jardín de la infancia y sus niños.



Después de más de diez años, las campanas redoblaban nuevamente en la familia. En Enero del dos mil cinco y Diciembre del dos mil diez, mi tercera hermana y yo nos comprometimos para siempre en matrimonio.  En ambos casos el auto de novios fue un Ford de los años 30. No, no escogimos  a Dodge. Claro que lo queríamos y que significaba mucho para nosotras pero le explicamos que nos gustaba aquel Ford. Sólo en esta ocasión no se ofendió porque sabía que Ford le antecedía y coincidía con ambas en que era un hermoso auto. Además para entonces , su motor había estado fallando y se detenía sin qué ni por qué  en cualquier momento y en cualquier lugar y luego no encendía más!!. Había pasado de imponente a impotente. Solamente el Sr. Liza puede ayudar a papá en esos momentos. Es el único mecánico en Trujillo que conoce de motores achacosos como el de Dodge.
                                       
Algo me hace pensar que el Coronet empeoró cuando nuestro garaje tuvo que ser remodelado para acoger al nuevo consultorio de papá y por consecuencia tuvo que irse a dormir a una playa de estacionamiento cerca a casa. Después de tantos años no dormiría más en casa. Todos los días después de ponerse el Sol, papá lo guarda en aquella fría cochera y allí pasa la noche a la intemperie.  Dodge se siente como un reo que regresa a su celda. Abandonado, anciano, vetusto. Diagnóstico: depresión senil.

¿Será que ya no le importo a nadie?, ¿Será que me he convertido en un gran estorbo?. Atrás han quedado los días en que todos querían subir y pasear en mis amplios asientos de cuero. Atrás han quedado los paseos largos en familia. Atrás han quedado los cariñosos halagos. Ahora todo se ha vuelto críticas.  Que me atasco debido a mi baja tracción,  que no tengo cinturones de seguridad,  que mi timón está desalineado, que soy muy grande, que soy antiguo, que estoy viejo, que no tengo AC, que no tengo radio... Sin embargo allí está papá para salvarlo y sacar la cara por él. Papá es su héroe. No puede estar más agradecido de tener un dueño como El; uno tan fiel, paciente y con tan buen sentido del humor. Papá ve a su auto como una extensión de su cuerpo. Sabe que su motor es su órgano principal, como su propio corazón y que sin él moriría.  Y Dodge quiere vivir.
Las visitas de Liza -su mecánico de cabecera- se vuelven más seguidas. Con sus cuidados y el cariño de papi  nuestro auto comienza a sentirse mejor. Lo ha mandado pintar por tercera vez y también le han colocado las iniciales que estaban faltando. Ahora se puede leer perfectamente que es un DODGE CORONET.  El  440  aún está omiso, pero es lo de menos porque luce rejuvenecido y contento.
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Papá ha ido temprano por él y lo ha  estacionado como siempre frente a casa. Dodge luce un brillo muy particular. Un taxi se detiene y dos mujeres bajan cargando muchas flores. Dodge siente que le están poniendo "cinta scotch" encima. ¿Qué pasa?. No tiene idea. Ni se las huele que está a punto de hacer realidad su más deseado sueño. Ha llegado el día: El gran día de Dodge!.

Dentro de casa hay un pequeño alboroto ocasionado por su casi dueña: la maestra de la familia quien- contra todo pronóstico- SE NOS CASA!. Mamá agradece al Señor y a Santa Marta a quien encendió la vela cada martes pidiendo para que todas sus hijas encontraran la felicidad y se unieran en matrimonio.  

Sí, estuve allí esa tibia mañana de invierno mientras decoraban a nuestro querido auto. Llevaba dos hermosos arreglos de flores blancas por delante y por detrás y unos pequeños ramos cerca de las puertas. Nunca lo vi tan elegante. ¡Qué pinta de auto!. Sus iniciales brillaban y lucía imponente como en sus años mozos. Estuve allí esa mañana para ayudar a mi querida hermana a vestirse de novia. Nunca la había visto tan radiante, feliz, nerviosa y hermosa. Estuve allí para presenciar aquel gran momento: Mi padre saliendo orgulloso de casa con la última de sus hijas soltera y abriendo la puerta de su grande y fiel amigo quien por primera vez en su vida es vehículo oficial de Bodas. Es sólo en este instante que Dodge se da cuenta que en su asiento lleva a la mujer más bella que le ha devuelto su dignidad. ¡Es la misma niña que vio crecer!. Si pudiera llorar lo haría; en cambio su motor vibra emocionado mientras recorre las calles de la ciudad donde lo señalan para admirarlo porque ,sólo un auto  lindo e importante es elegido para llevar a una novia, ¿No?. Y aunque en esta ocasión Papá no va en el volante, el chauffeur es de la familia y Dodge confía en que sabrá guiarlo a su destino. Este día -definitivamente- no piensa hacer ninguna maña. 

Terminada la ceremonia, los novios suben a su auto corriendo entre arroces, aplausos y lágrimas de los invitados. Pero no van solos. El fotógrafo y yo nos hemos "colado" con ellos. Los dos tórtolos se sientan cómodamente y bajan las ventanas para ventilarse. Dodge va lento; quiere que los esposos disfruten de su primer paseo juntos y se sientan contentos con su actuación. Una suave brisa sopla en sus rostros; se miran, sonríen  y sellan la fotografía con un beso.

Sé que resulta tonto pensar que un auto pueda tener sentimientos y que sueñe con ser un auto de bodas, pero nuestro Dodge es singular. Somos nosotros quienes le damos el valor que queremos, y nosotros mismos quienes le damos vida o muerte. Un auto no es más que el reflejo de sus dueños. Yo veo al mío fuerte, luchador, positivo, con ganas de seguir adelante. Añoso -sí-  pero también contento. Papá me ha dicho que si DODGE pudiera hablar esto es lo que diría: "Me siento satisfecho de haber servido a mis dueños y les agradezco tanto por haberme cuidado con cariño. Gracias Familia!". Gracias a ti, mi querido DODGE.

















     

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