miércoles, 7 de septiembre de 2011

LAS PALABRAS DEL MUERTO

¿Cómo que estás vivo?, le dijo Natalia al muerto. Hacía dieciséis años que ella lo creía cadáver confiada en las palabras del hermano menor del finado. Ella lo había querido un montón y él también a ella pero era una relación imposible, de aquellas que las madres las tornan en prohibidas; aquellas que buscan escondites, sombras y árboles donde tallar sus iniciales. El hermano siempre lo detestó porque también estaba enamorado de Natalia pero ella jamas le dio cabida y pues, aprovechando que el "muertito" se había mudado  a la capital a estudiar, simplemente le quitó la vida en un accidente de carretera inventado. Sí, el muerto estaba vivo y lo peor de todo era que había resucitado en un momento de susceptibilidad.

Desde que Natalia se enteró que el muerto no estaba muerto han estado en contacto. Ella le ha contado su vida y milagros desde que se distanciaron  y él no ha perdido tiempo en decirle que aún sigue enamorado y que en todos estos años había guardado la esperanza de algún día encontrarla y que ahora que lo ha logrado no va  a dejarla ir. ¿Perdón?.  El muchacho sabe por labios de la propia Natalia, que para hoy ella es  una mujer casada y por lo tanto imposible. Ella es una esposa fiel, leal,  trabajadora, que  ama a su familia, a su marido y a sus hijos. Pero al muerto parece no importarle. No muestra respeto alguno por Natalia y su nueva vida. Sólo se dedica a hablar y hablar y hablar. Cosa peligrosa porque a las mujeres nos gusta tanto escuchar, escuchar y escuchar. Especialmente cuando  nuestros oídos no han sido alimentados en años. Es en esos momentos cuando las palabras juegan su papel seductor. El muerto sabe cómo mover la lengua y cómo articular palabras con las que Natalia se esta dejando envolver. Se siente la más afortunada porque hay alguien que le está hablando en el oído cosas que no había escuchado desde que su marido la afanaba. ( Plop)
Hace más de diez años que su consorte no le dice cositas bonitas. Natalia sabe que él la quiere, pero ya no la enamora y ella se queja constantemente de esta carencia.  Yo la entiendo, pues a una le gusta escuchar  de su esposo, demostraciones de afecto. Qué linda eres mi amor,   Me gustan tus ojos, Siempre fuiste la única, Salgamos a comer... entre otras. Su marido taxéa todo el santo día para llevar los frijoles a la casa y ella también hace lo suyo; cocina, lava, plancha, cría a los hijos y además tiene otro trabajo porque lo que deja el taxi no es suficiente para enviar a los niños  al colegio. Ambos sacan adelante a su familia con el sudor de su frente. ¡Bien por ambos!.  Pero en ese ir y venir mucho se ha dejado de lado el romance que debe existir permanentemente en el matrimonio. En las buenas y en las malas.

El muerto no tiene nada de tonto. Por el contrario es bien vivo. Poquito a poco se va metiendo más en la vida de Nati y ganándose otra vez su amistad. La llama por teléfono cada vez que ella tiene un momento libre, le envía innumerables textos , quiere verla en el chat.  La acosa sin ella darse cuenta. A Natalia le gusta escuchar los piropos del muerto; dice que se siente viva y , créanme que se le nota en la cara. Se le ve más radiante, se arregla mejor, se ha puesto a dieta, va al gimnasio, se siente atractiva, sonríe de la nada  y todo porque las palabras del muerto la han despertado. Por supuesto que para ella esto no es acoso, como tampoco cuando nuestro “muerto” le dice que la irá a visitar en unas semanas. ¿Qué, qué?. Natalia se quiere caer de espaldas. Todo estaba bien teniéndolo lejos, pero el  hombre ya tiene pasajes comprados y la compromete a encontrarse a escondidas. Natalia se deja comprometer porque naturalmente siente mucha curiosidad. Cuando llega el día del encuentro su conciencia se hace presente por unos minutos  y piensa -por dos segundos- en no asistir. Pero la tentación es mayor. Después de todo qué de malo tiene verse con su amigo, ex enamorado que no estaba muerto. Entonces se envuelve en su pashmina color púrpura  y se dirige en un taxi al muelle de su playa preferida, donde se han citado. El tipo le ha llevado flores, una tarjeta y un peluche. Cuando la ve le dice : Natalia, ¡Estas hermosa! y se acerca a olerle el cabello, le coge la mano, se arrodilla y sigue hablando más cursilerías.  Ella se ha quedado muda y sólo sonríe nerviosa. ¡Se quiere morir!. 


Me ha confesado que aquél día, fue débil y consintió un beso pero el ósculo, le dejó un mal sabor en la boca. El muerto debe volver a morir y esta vez ¡lo mataré yo!. (me dice Nati obviamente en sentido figurado). Estoy segura que el amor en el matrimonio de mis amigos está aún presente aunque los conflictos digan lo contrario. Aveces los cónyuges se hieren por no saber identificar el tipo de amor que cada uno necesita y por falta de comunicación. Y eso es en lo que Nati y su esposo  van a trabajar desde hoy para que su relación siga creciendo, su amor se fortalezca ,  ambos se sientan satisfechos y nunca vuelva Natalia a sentir la necesidad de escuchar las palabras de un muerto. 

miércoles, 25 de mayo de 2011

Un puro amor platónico

Cuando terminó de escribir la carta, Mariposa bajó las escaleras y cuidadosamente abrió la puerta para dirigirse a la calle. Caminó por la hierba -en puntillas- hasta el arbusto elegido y la escondió entre las hojas. El sobre era color rosa y tenía el nombre del destinatario escrito tímidamente. Ese nombre que era música para sus oídos y que la hacía extender sus delicadas alitas y volar por lugares lejanos sintiendo el tibio viento de la primavera. Cada vez que escuchaba ese nombre, su corazón latía como loco. Sólo el hecho de pensar en ese nombre la hacía revolotear tiernamente.
Ella no sabía lo que pasaba una vez que la carta llegaba a las manos del amado jovencito. Trataba de imaginarse la cara de sorpresa y angustia por no saber quién le estaba escribiendo aquellos mensajes, cosa que la hacía sonreir pícaramente, pues su amor platónico estaba leyendo sus palabras de amor; en ese momento no le importaba no ser correspondida sólo le interesaba hacerle saber lo mucho que lo amaba.

Mariposa era un nombre sencillo. Cuando lo escogió no pensó en el significado ni en el fondo, sólo en la forma y en tener una firma para los anónimos que había estado escribiendo en las últimas semanas al chico de sus sueños. Lo tenía tan cerca y a la vez tan lejos. Eran amigos de la infancia. Cuando Mariposa y su familia se mudaron a vivir en aquel barrio, tenía solo cuatro años y el niño era cinco mayor. Las hermanas del jovencito eran las contemporáneas de "Mari", dos nenas- una más traviesa que la otra- con quienes surgió una gran amistad y un cariño fraterno. Fueron ellas sus aliadas y encargadas de recoger las cartitas del arbusto para entregarlas y asegurarse de que el hermano las leyera. El secreto se lo llevarían a la tumba.
Sin embargo El estaba interesado en otras jovencitas; obviamente en maripositas adultas y aveces hasta en polillas. Nunca se percató de sus gráciles alitas. Aveces Mariposa pensaba que sí, aveces sentía que él le daba señales y se emocionaba, soñaba despierta, se sonrojaba, se hacía un ocho pero... sólo era parte de su ilusión y sus ganas por hacer realidad su sueño. Un amor limpio, puro, perfecto. Ella era una mariposa joven, recién salida de la pupa y no entendía de amores ni enamorados. Había solamente una cosa de la que estaba segura: El era quien ella quería. No sabía para qué, pero era él. El, tan delgado que aveces necesitaba ponerse dos pantalones para simular más piernas y más trasero. El, con su oscuro cabello rizado, sus cejas pobladas y sonrisa de Julio Iglesias. El... tan inalcanzable.

Y Mariposa fue felíz viviendo su fantasía, gastando hojas y lapiceros hasta que creció en hormonas y sabiduría y sintió la necesidad de decirle cuanto le gustaba pero se intimidaba por no ser como aquellas chicas que él frecuentaba. Aveces en vez de Mariposa se sentía una pata fea. Cua, cua, cua, lloraba por las esquinas desengañada. Además las mujeres no se declaran a los hombres. No cuando tienes sólo catorce años. Y si él no le declaraba su amor porque eran como hermanos?.... Y si él la respetaba tanto que por eso no le decía nada?. Sus padres y los de ella eran amigos. Quizás le advirtieron nunca fijarse en ella ni hacerle daño.
Era mejor olvidarlo. Despues de todo habían otros chicos. De hecho uno le enviaba cartas diciéndole cosas bonitas que la hacían sonreir. Se veían en la misa de los domingos. Cada uno se sentaba en diferentes bancas con sus respectivas familias y se miraban sólo de reojo. Al final de la misa , si se podía, se hacían un hola y ya!. Otro le enviaba mensajes con una amiguita para verse a escondidas cerca a su casa, pero a ella le era difícil salir sin motivos.

Tenía dieciséis y el Sol se ponía cuando recibió su primer beso. Cuando llegó a casa rebuscó en el cajoncito de su mesa de noche. En un sobre tenía guardada una fotografía cubierta de cenizas. En otro tenía a una mariposa.
Una fotografia!, le dijo su amiga del alma. Necesitamos una fotografía y además un puro. ¿Un puro? Fumarás a tu chico y en una semana lo tendras a tu lado. Había probado cigarrillos antes pero un puro era cosa seria, ¡el pecado era más grande!. Juntas subieron las escaleras de un edificio, llegaron a la azotea y allí se sentaron. Sobre un papel colocó la foto del amado, encendieron el puro y a fumar!. Cosa más horrible de la vida!...tosía y fumaba, fumaba y tosía haciendo caras extrañas. Concéntrate!!, le dijo la experta, Debes pensar en El mientras vas fumando y llamarlo, decirle que te declare su amor y recuerda que las cenizas deben caer sobre la foto; cuando termines envuélvela y ponla cerca a tu corazón. Asi lo hizo y su corazón quedo oliendo eternamente a ese puro. A ese puro amor platónico.
Aquella noche en su habitación, dejó caer unas lágrimas sobre la foto y las cenizas de aquel amor frustrado, esa realidad no consumada. Luego la envolvió otravez y la tiró al inodoro, jaló la palanca se lavó la cara, la manos y siguió su camino.

Post tardío sobre un ex-distinguido vivo que ya esta muerto

Dieciséis de Abril del Dos mil diecinueve. Mi estimado amigo Alberto Castillo, director de la web Open Trujillo, me envía un mensaje rec...