domingo, 6 de diciembre de 2009

Lecciones de Faldas

No recuerdo cómo fue mi vida escolar antes de la falda. Estudiábamos en un colegio católico y asistíamos con el conocido uniforme único: camisa blanca y falda gris con tirantes y tablero delantero. Al menos ése era el que llevaban todas las chicas del cole. Excepto yo. Mi falda era, efectivamente, mi unifome"único" porque sólo yo usaba una como esa. 

 Además de llevar tableros por delante y por detrás, la maldita falda, tenía cuatro pliegues que se formaban junto a cada tablero. Era enorme!. No me gustaba, pero tuve que usarla durante largos años ante las risitas burlonas de algunas compañeras. Creo que la llevé puesta con la cabeza en alto pero, de hecho, con la vergüenza entre las piernas. La detestaba. La falda era fea, me hacía ver gorda, no lucía como el resto y a las adolescentes nos gusta ser como ovejas. Como si no hubiésen bastado los ochenta pliegues, la horrorosa pieza de tela era larga y como soy una chica "petite" me veía mucho más "petite". Algunas de las muchachas incluso usaban sus faldas sobre la rodilla y un poco ceñida al cuerpo, en cambio yo parecía monja. Quería usar una falda normal, igual a la de todas, pero a mi mami simplemente no se le dió la gana de arreglarla; por el contrario ella pensaba que los pliegues agraciaban a la bendita. Mis compañeras me preguntaban que por qué usaba esa falda, pero ahora no recuerdo cuál era mi respuesta. Lo que recuerdo es que recurrí a algunos truquillos para no verme tan fea. 

Antes de salir de casa rumbo al colegio, me amarraba un cinturón para subirmela un poco y así quedara más alta. Cubría el bulto en mi cintura con mi chompa color gris. El hecho de mostrar las piernas distraería las miradas, no?. Al menos así pasaba "piola". El cole quedaba a unas cuantas cuadras de mi casa y tenía que caminar mostrando esta carpa gris. Eso sí, antes de volver a casa me desataba el cinto y aquí no pasó nada!. En otra oportunidad, cansada del cinturón, le subí la basta sin que mamá notara la diferencia( y fue difícil porque ya se imaginarán la circunferencia de la faldita). Otra artimaña era colocarme la chompa alrededor de la cintura, como un muchacho vago, para tapar los pliegues traseros. Y lo otro era simplemente evitar usarla. ¿Cómo?... poniéndome el buzo de educación física, pero esto pasaba una vez a la semana solamente. 

Los años pasaron. Una vez en quinto de secundaria, mi madre se apiadó y me la arregló. Nunca le pregunté por qué lo hizo sólo llegado aquel momento. Francamente ya me había hecho a la idéa de llevarla por el resto de mi vida. Pero ,qué alivio!. Al fin voy a sentirme una chica normal en mi ultimo año de cole. ¿Qué dirían mis amigas?, ¿Cuáles serían los comentarios?, ¿Qué se sentiría?. Sin embargo el día que me puse la nueva falda, no fue tan grande el cambio ni el efecto (descontando que me sentía más liviana). Tampoco les diré que extrañaba al monstruo de los tableros, pero la verdad era que seguía siendo la misma persona. Mis amigas seguían siendo las mismas. Yo seguía siendo una buena alumna. Jamás nadie me había faltado el respeto por usar aquella prenda. Era Yo. Nunca fue la falda. 

 Entonces comprendí la lección que la falda me había estado enseñando. Cada uno de sus pliegues me moldearon. Quién sabe en mi afán de escoderlos en vez de inhibirme sacaron a luz a la persona que va más allá de cualquier vestimenta o hábito. El hecho de haber usado algo diferente al resto, mientras pasaba de los Apeninos a los Andes ( de la niñez a la adolescencia), me empezó a cambiar en una jovencita segura de sí. Me hizo efectivamente ser única y atreverme a hacer cosas diferentes tomando riesgos sin importar lo que los demás piensen. Dudo que mi mami lo haya hecho a sabiendas; eso fue sólo cosa de imposición, de hacer lo que la sargento decía. O quien sabe fue sólo el vehículo que papá Dios envió para aprender a valorarme y a quererme por la persona que soy. Como haya sido, la lección que aprendí de mi falda de colegio la llevaré presente para siempre.

viernes, 10 de abril de 2009

La Mano de Dios

Mil novecientos ochenta y séis. Maradona afirma que aquel gol anotado contra Inglaterra, y que les otorgó a los argentinos el título de campeones mundiales, lo hizo "un poquito con la cabeza y un poquito con la mano de dios". Vaya!, pero esa mano fue de El mismito, el dios del futbol argentino. Eso todos lo sabemos. En fin, coincidentemente ese mismo año, la mano de Dios -pero del Dios con mayúsculas- me ayudo a salir de una cochina jauría humana y no precisamente en una cancha de fútbol.

En aquel entonces los video clips musicales estaban muy de moda y los espectáculos de pantallas gigantes, a lo largo del territorio nacional en Perou, eran el boom del momento. Las radioemisoras organizaban este tipo de eventos en amplios escenarios que acogieran multitudes. Centenares de colegiales eran los primeros en abarrotar explanadas, estadios y coliseos cerrados para la ocasión. Mi madre nunca me permitió asistir a este tipo de cosas. Claro que No!... no era lugar para una señorita decente. Alli se reunían los chicos y chicas a fumar, a estar con el enamoradito y obviamente habían muy malos elementos. Pero... yo queria ir. Estaba de moda y todas mis amigas lo harían. Era las Más Más de radio XXXX '86 y todo el mundo estaría allí.

No recuerdo exáctamente cómo hice- pero lo más probable es que haya recurrido a alguna cochina mentirilla, esas que una adolescente inventa para salirse con sus gustos ( muy mal pues!)- el asunto es que allá resulté con mis CUATROcientas amigas. En este mismo instante cierro los ojos y nos veo bajando las graderías del Coliseo en busca de sitio para sentarnos. Sí, aquellas frías graderías de cemento!. Recuerdo cómo el lugar se iba llenando y llenando y en pocas horas estaba full. Chicos y chicas de todos los colegios de Trujillo amontonados como sardinas en el Gran Chimú.

Para mi mala suerte, antes que se apagaran las luces y se iniciara el show, el frio hizo su efecto despertando mis ganas de miccionar. Alguien me acompaña por favor?. No hubo respuesta, asi que tuve que caminar solita a los muy famosos baños del Gran Chimu. Qué horrooor!!. El lugar está lleno y no puedes caminar sin topetearte con todos los jovenzuelos quienes excitados se buscan entre sí. En el baño, hay que hacer cola. Me tapo la nariz y aguanto un poquito más. Una vez que termino, voy de regreso a mi sitio cuando veo a una mancha amarilla venir en mi dirección. Yo sólo sigo caminando, no me detengo, pero con miedo paso en medio de la jauría. Oh my gosh, son de todas las razas!.
Qué pasa?, Qué hacen?, los caninos no me dejan pasar, me han cercado y me estan atacando; yo me defiendo dándoles manazos. Trato de abrirme paso. Le he agarrado de las ropas a uno, se las rasgo y trato de caminar pero no puedo. Son más fuertes que Yo. Veo sus grotescas caras sin distinguir ninguna, escucho sus burlonas risas y palabras absurdas. Siento sus garras en mi pantalón. Dios mío!. Trato de correr pero es imposible, he caído en medio de sus malolientes pantalones grises. Mi instinto de conservación me hace seguir peleando y gritando por ayuda. Qué voy a hacer?... siento miedo, Por qué vine a este lugar?.La primera palabra en que pienso es: "Mamaaaaá". Sigo gritando, pero nadie me escucha y sigo dando manotadas para salir a la superficie. Levanto la mirada y repito una vez más con una voz casi inaudible... AYUDENMEEEE!!.
De pronto, veo aparecer una mano; una mano de alguien que está decidido a ayudarme. La agarro con fuerza y me jala de entre la jauría humana. Cuando me incorporo a ver a este Salvador, no veo a nadie. No hay nadie. Voltéo y veo a la mancha alejarse pero del que me ayudó no hay rastros. Bajo corriendo y llorando asustada hacia donde está mi gente. Les cuento lo que acaba de ocurrirme. Se rien, no piensan; les es difícil ponerse en mi lugar. Me siento un rato en las frias graderías, mi corazón se tranquiliza mientras la música caracteristica de la Más Más empieza a sonar.

El incidente pasó y no lo había recordado hasta hace unos meses cuando meditando, empecé a recordar las veces que Dios me había ayudado en situaciones really difíciles. Esto es lo que creo. Aquella noche la Mano de Dios me salvó de los crappy colegiales que por poco me dan vuelta!. A pesar de mis mentiras; a pesar de mi desobediencia, "El de arriba" siempre esta allí cuando lo necesitas, porque todo lo perdona.

Post tardío sobre un ex-distinguido vivo que ya esta muerto

Dieciséis de Abril del Dos mil diecinueve. Mi estimado amigo Alberto Castillo, director de la web Open Trujillo, me envía un mensaje rec...